Y para enfatizar de lo que se trata reproduzco lo que en un acta de asamblea del 20 de junio se asienta de acuerdo con el Archivo sindical de Veracruz, Cuya historia se encuentra relatada en el texto del libro de Daniel Nahmad:
“… después de muchas discusiones se acuerda que el grupo cultural, se encargue de ilustrar a las colectividades de los beneficios que nos reporta este sistema”. Y firma el Secretario de Educación, A. Hernández Becerra, con el lema “Salud y Comunismo Libertario”.”
Para agregar con la siguiente tarjeta que este movimiento teatral contó con el apoyo de la hoy desaparecida “Liga de Trabajadores de la Zona Marítima del Puerto de Veracruz”: Estibadores y Jornaleros; Carretilleros del Puerto; Lecheros del Puerto; Trabajadores de la Cía. Terminal; Marineros y Fogoneros del Golfo de México; Checadores del Puerto; Grúeros del Puerto; Calafates y Carpinteros Navales; Empleados de Veracruz; Unión de Obreros Ferrocarrileros del Puerto; Sindicato de Empleados del Departamento de Tráfico de Tranvías Eléctricos; Liga de Oficiales Navales y, Empleados y Trabajadores de Cias. Petroleras.” La mayoría fueron asesinadas por Carlos Salinas de Gortari cuando la requisa portuaria; unas pocas murieron por causas naturales y a las que quedan las siguen ahorcando inexorablemente.
La tarjeta siguiente es una aportación bibliográfica del recordado Antropólogo Roberto Williams: "Hacia 1920, la ciudad contaba con unos 60 mil habitantes (Eran 29,164 en 1900, que aumentaron un 65% entre 1900 y 1910 y, en la década siguiente 35%), contrastados en dos clases económicas. Aledaño al núcleo histórico, de edificios de dos pisos, se extendían conjuntos habitacionales de madera llamados patios de vecindad. Cuartos de madera adosados unos a otros, formaban, generalmente, el frente de una cuadra. Más del 96% de la población alquilaba viviendas pues una élite acaparaba la propiedad de las fincas urbanas.” (WILLIAMS, Roberto. Yo nací con la luna de plata, 1980)
Y por supuesto no podría faltar el profesor Salazar Páez, quien escribe:
“… y desde entonces hasta 1924 los pobladores de Veracruz… Erigieron instalaciones en las playas, consolidaron el terreno, corrieron los primeros automóviles. Se pobló la colonia (que después se llamó) Flores Magón y surgió la Inalámbrica, se instalaron unos galleros y una plaza de toros en donde funciona el Hotel Villa del Mar, (...)”
Y quizá refiriéndose al 10% de la población termina el párrafo: “… estaban de moda los sombreros de carrete Canotier; los jarochos vestían de blanco con tirantes. Las mujeres lucían sus medias de popotillo, crinolinas y faldas Pompadour.” (SALAZAR Páez, Antonio. Villa del Mar en arpa y en Jarana. Publicación del Balneario Villa del Mar.)
A partir de esta tarjeta comienzo a platicar de los teatros de Veracruz alrededor de 1920, en que se aprecia en el estilo español del puerto, cierto afrancesamiento en la arquitectura y las costumbres de la clase dominante; y a pesar de ellos se deja sentir la influencia de la contradanza francesa y el ritmo negro en el Danzón, el Son y el Pregón. Y, aparte del teatro Juan de Dios Peza, que estaba situado en la esquina de Madero y Lerdo en contra esquina del parque Ciriaco Vázquez, coexisten los teatros:
“… Principal, Eslava, Variedades, Olimpia, Apolo, Noriega y Chapultepec, que no sólo daban funciones de teatro, sino que además presentaban variedades y películas siempre con “casa llena”.” (URQUIZO, Francisco L. “Cosas de aquél Veracruz” en El Legionario. Vol. II. Núm. 19. 1952)
Al Teatro Principal, casa de Comedias o Coliseo de Nava entre todos los nombres con que ha sido bautizado, se le llamó “Teodoro A. Dehesa” en honor del gobernador de Veracruz que lo reconstruyó en 1900, año en que fue destruido por un gran incendio hasta 1924, en que el gobernador Adalberto Tejeda lo llamó “Felipe Carrillo Puerto” en memoria del fallecido gobernador yucateco
“Los teatros de Veracruz, presentaban todo tipo de espectáculos refinados y populares, pianistas, tríos clásicos, revistas musicales y zarzuelas; bailarines, cantantes, duetos, conjuntos musicales, cómicos que satirizaban la situación del país como Eduardo Pastor, que con un toque “ajarochado”, divierte a porteños y revolucionarios por igual, y películas documentales y de esparcimiento generalmente divididas en partes o episodios. La concurrencia era heterogénea y a las mujeres les incomodaban los chistes o cuplés subidos de color.” (URQUIZO, Francisco L. Op. Cit.)
El puerto de Veracruz veía transitar rumbo al extranjero o hacia la capital del país a todos los artistas y compañías teatrales, pero no siempre tenía la oportunidad de admirar sus actuaciones y tenía que conformarse con espectáculos de otra categoría, mientras que los empresarios, trataban de aprovechar algunas funciones de los artistas en tránsito.
La siguiente tarjeta sirve para ilustrar la cantidad de espectáculos que solía portar el repertorio de una sola compañía teatral.
“En 1923, el público veracruzano pudo disfrutar de la Compañía Wimer de la primera actriz Mimí Derba, Con las obras: La señorita caprichosa, La huerta de don Adolfo (revista mexicana), El 30-30 (revista mexicana), Lysistrata (opereta), La geisha (opereta), Baratillo nacional (revista mexicana), El amor que huye (zarzuela), La viuda alegre (opereta), Cielito lindo, Santa, Obregón ante la historia, Las musas del país, La princesa del dólar, El Conde de Luxemburgo (opereta), Epidemia nacional, Cavalleria rusticana (opera), Sangre de artista, La colegialita, La cámara infernal, San Juan de luz, El anillo de hierro (zarzuela), La lengua que mata, Bellezas veracruzanas (revista mexicana), Las musas latinas (zarzuela), La casta Susana (revista), El milagro de la virgen, La sultana, Películas jarochas (revista), La fiesta de san Antón (zarzuela), La Traviata (opera), De pesca, El barrio latino, La flor del barrio, Las corsarias y Eva (opereta); Es mi hombre de Carlos Arniches, El colmo de la revista y El hada de barro, donde se lucieron las primeras tiples Enriqueta Pérez, Luz Díaz, Lupe Inclán, Blanca Montes y los actores César Sánchez, Miguel Wimer, Jesús Ojeda y Federico Palancares.”
Pero también acostumbraban dividirse por discrepancias entre los socios o el divorcio de los dueños y quedaba el repertorio de la siguiente manera:
“La Compañía Sánchez-Wimer, Presentó: La fiesta de san Antón, Cambios naturales (zarzuela), El Conde de Luxemburgo, Los amores de don Catalino (zarzuela mexicana), La tierra de los volcanes, Las musas latinas, La princesa Czarda (opereta), Es mi hombre (sainete), El colmo de la revista, El hada de barro, La danza de los millones y El cuento del dragón. (“Vida teatral”, El Arte Musical, 1 de abril de 1923.)
Es importante destacar junto a los grupos apoyados por el sindicalismo, las constantes representaciones en los escenarios veracruzanos de organizaciones de teatristas de la localidad que ofrecían funciones de beneficencia como:
El Cuadro artístico Caridad, que presentó las obras: Banda de trompetas, Molinos de viento, Bohemios, La criatura, El bateo y La marcha de Cádiz.
El Cuadro Artístico Libertad: Carcelera, La alegría de la huerta y Marina.
El Cuadro Artístico de la Federación Local de Trabajadores del Puerto: Justicia humana de Vicente F. Cano. Y Tierra y libertad de Ricardo Flores Magón.
El Cuadro Artístico Veracruzano: Sin palabras y El huracán de un beso.
El Cuadro Artístico de la Señora Fca. Méndez: Jarabe de pico, El sexo débil y el Cabo Primero.
El Grupo de Teatro Local: Las campanas de Carrión.
El Grupo de Aficionados: Don Juan Tenorio de José Zorrilla.
En estos elencos locales es seguro adivinar que los actores participan indiscriminadamente en uno o más grupos porque la cantidad de actores, actrices, músicos, bailarines y comparsa de muchas de las obras presentadas son multitudinarias y en el específico caso de la Unión de Restaurantes La Consolidada, me permito dudar de que todos los miembros de la agrupación fueran actores.
La organización interna de estos grupos pretendía reproducir, la estructura de las compañías teatrales españolas; además de que trabajaron con material dramático español, pues aparte de las revistas musicales y las obras cómicas y de cómicos el teatro que presentan los grupos auspiciados por los sindicatos contienen la nueva temática con ideas sociales y revolucionarias y la dramaturgia mexicana era poco usada por ellos. Las escenografías eran confeccionadas con madera, papel y pintura. Igual que las compañías de principios del siglo, trabajaban con un apuntador que se situaba en el proscenio protegido de la vista del público por una concha, motivo por el cual, el público lo escuchaba primero a él y después a los actores. Y la dirección escénica dejaba un margen muy amplio para la improvisación, por lo que en cada función las escenas sucedían sobre el escenario con los personajes en posiciones y lugares diferentes.
Estas agrupaciones artísticas, estaban formados por aficionados al teatro, estudiantes y trabajadores, que mostraban al público los éxitos más famosos de las compañías teatrales que pasearon su arte por el puerto y que explorarán con autores locales y del país la crítica social por medio del teatro, ante una población en constante crecimiento por la llegada de grupos foráneos, lo que causó la pérdida de no pocos usos y costumbres de los habitantes oriundos de la ciudad de Veracruz, pero: “Esa es otra historia”.
Aparte de los espectáculos ya citados, según la columna Vida teatral de El Arte Musical del cual existen suficientes números de la época en comento en el Archivo Histórico de Veracruz, llegaban a actuar a los teatros de Veracruz, “tonadilleras” de regular fama, así como grupos de acróbatas, bailarines y coros como: Los Egochaga, excéntricos musicales con sus perros amaestrados; los trovadores veracruzanos Pío García y Silvino Pacheco; el Trío México-Cuba, formado por Luz Gil, la Camelia y Baby; Ricardo Bell; Estrella Azucena, bailarina española; Pilar Conde y Luis Solá, bailarines; Los Franco, dueto infantil de género cubano; Cuadro de Varieté Ida, formado por seis artistas de centro y Sudamérica; las “tonadilleras” Dorita Ceprano, Amalia Isaura, María Requena, y Amalia Molina; la Compañía de Atracciones y Alto Humorismo Frégoli Vargas; transformistas veracruzanos; Coros Nacionales Ukranianos; Carmen de Granada, “tonadillera”; Profesor Spinetto y su troupe de monos, perros y chivos; Elisa Cavalcanti, cupletista mexicana; Paco Andrew, cómico; Carmencita Yrpi, bailarina clásica de 10 años de edad; Perlita y Yoeta, bailarina y canzonetista; Compañía Infantil de Zarzuela Valdivieso; Orquesta Nacional Rusa y, Tórtola Valencia, Bailarina.
Ante la decaída de los grupos locales por problemas económicos, en su número del 3 de febrero de 1924, El Arte Musical, “siempre procurando sostener el ambiente intelectual de Veracruz”, hizo un llamado para que los artistas e intelectuales de la ciudad se unieran y formaran una agrupación cultural, pero como siempre en la historia de nuestro puerto, no logró consolidarse por diversos aspectos y por intereses personales.
El 6 de abril de 1924 se anunció la creación de una asociación formada por Enrique Pascual, Leandro R. Alcolea, Isaac Vela, Zenón Barros, Manuel Tejedor y Salvador Campa, con la misión de fomentar el teatro y los espectáculos análogos. La empresa se constituyó con el nombre de “Espectáculos Veracruzanos” y tenían proyectada la construcción en los terrenos que ocupó el Salón Olimpia, de un gran teatro que se llamaría “Capitolio”. Además se anunciaba la construcción del Cine Alcázar, con planos del Ingeniero Ulises Díaz, con todas las comodidades de la época. Planes que jamás se realizaron.
El teatro es el pasatiempo predilecto de los años pre y post revolucionarios y la continuidad de sus presentaciones respondía a que el público asistía a las representaciones sin importar la calidad. Lo significativo era el asistir al teatro por lo que simbolizaba socialmente.
“El teatro en México es una necesidad. Por eso, buenas y malas, las compañías teatrales siempre son negocio… Sucede como con el pan: se come del bueno preferiblemente pero, si no lo hay, se come del malo también, la cuestión es comer pan…” (“De teatro”, Vida Mexicana, México, T. I, No. 1, 1922.)
Las ultimas tarjetas tuve que sintetizarlas lo mejor posible ante el temor de que los gestos que Sansores hacía a alguien del público, estuvieran reproduciendo el malestar natural de la gente cuando se empieza a abusar de su tiempo y ya no se aporta nada interesante como suele suceder a veces en este tipo de acontecimientos, así es que me apresure a rematar los datos proporcionados con mi idea general de esta temporada teatral tan significativa por varios aspectos entre ellos: El reciente asesinato apenas el año anterior de Ricardo Flores Magon en una cárcel de EEUU. La visita de Enrique flores Magon, de paso por Veracruz rumbo a su exilio en Progreso; Yuc. por motivos de salud y, el deterioro de la economía porteña que se deja ver en la situación por la que atraviesan algunos sindicatos de la federación.
Así que en conclusión, la burguesía porteña de esta época, estuvo formada por un minúsculo número de familias locales, por miembros de las clases gobernantes procedentes de diferentes partes de la república y por integrantes de las minorías extranjeras radicadas en Veracruz, principalmente españoles y alemanes, quienes convierten su vida en un proyecto en el cual el mundo social representa la concepción de esa existencia. Y lo que acontece en el entorno sociopolítico está apoyado sobre un pedestal de sofisticación que permite vivir conforme a la voluntad del grupo, en el espacio por él instituido.
Y en ese sentido, omiten a propósito las complicaciones que pueden perturbar el orden social elaborado por ellos, implantando un mundo artificial de diversión y reemplazando los objetivos del hombre con predominio del valor dinero. Por esta razón, el romanticismo es tomado como un ideario de la élite social, pues encarna un regreso a la tradición y a sus valores, pero aceptan su coexistencia con el desarrollo industrial y el contenido social que aporta, en contraposición con la visión de los luchadores sociales y su ideal revolucionario; Ideal revolucionario, que es compartido por casi el 90% de la población que no es dueña de nada de lo que hay en la ciudad y tiene que trabajar muy fuerte para subsistir para lo cual se organiza en sindicatos (hasta de inquilinos de fincas urbanas) y centrales obreras de tendencia revolucionaria extrema,.
La vida en esta sociedad urbana requiere de un sistema de conductas que se desprenden de la convivencia y se relacionan con las actividades propias de la clase dominante que exige formas de cortesía y de respeto mutuo, por lo que el ocio se llena de manifestaciones culturales reproducidas o traídas del exterior y que honran a los miembros de la comunidad que participan en ellas, por el simple hecho de hacer acto de presencia, lo cual también se reproduce hacia el interior de las clases trabajadoras.
Veracruz en los años veinte es en suma, una sociedad aldeana nueva e indeterminada que trata de incorporarse al mundo contemporáneo ampliando su naciente industria y tratando de actualizar su administración, mimetizándose consecuentemente en lo extranjero. Y en este sentido, para la heterogénea sociedad porteña, todos los conceptos: cultura, teatro, anarquismo, mensaje, comunismo, revolución, industria, progreso, los ismos de las escuelas artísticas y las doctrinas políticas son nuevos o en el mejor de los casos extranjeros y cada parte escoge lo suyo, por eso no perdura un estilo definido de hacer teatro o un género determinado o un tema preponderante, sino lo mejor de todo: la actividad teatral misma.
Hasta la segunda guerra mundial, Veracruz fue privilegiado desde el punto de vista escénico, contaba con movimientos teatrales locales patrocinados y de aficionados, además de la visita constante de compañías mexicanas y extranjeras que, estrenaban en Veracruz antes de ir a la capital del país y al interior; y, con raras excepciones, en Veracruz y poblaciones vecinas daban las funciones de despedida.
El movimiento revolucionario contribuyó con ideas para las propuestas escénicas y literarias, pero conservó las formas y estilos anteriores, haciendo con una clara nostalgia del romanticismo un llamado a la libertad y al combate de la injusticia; sin embargo, todas las propuestas son válidas.
Y es esta diversidad de ofertas escénicas, lo que mantiene vivo al teatro de nuestra ciudad, a pesar de vivir en un municipio que no apoya la creación teatral y en un Estado que no arriesga para su desarrollo, y cuando lo hace, no lo canaliza jamás adecuadamente.
El teatro es una mina, que puede ser durable fuente de trabajo y una industria sin chimeneas de las que necesita nuestro vapuleado entorno geográfico y ecológico con urgencia para no seguirse degradando y para ofrecer una opción turística realmente de calidad.
Pero no nos engañemos no hay propuestas grupales hasta estas fechas en el teatro veracruzano, porque la gente normalmente entra a un grupo de teatro por la necesidad de cierta expresión y luego se va. Entonces no podemos hablar de propuestas grupales, podemos hablar de propuestas de dos o tres personas, que tienen un grupo teatral y a partir de allí llega mucha gente a expresar, a veces con participación activa, pero no podemos hablar de ninguna propuesta teatral grupal. Podemos hablar de propuestas individuales que en ocasiones pueden parecer de características grupales, como es el caso que sirve para la realización de este libro, aunque la toma de posición de clase no es constante ni periódica.
El teatro anarquista en Veracruz, tan bien descrito por Daniel Nahmad, constituyó un sueño más en el devenir histórico de nuestro municipio, pero construyó otro pilar en la necesidad de consolidar un movimiento teatral donde quepan todos los teatristas de la Región Central de Veracruz.